viernes, 27 de marzo de 2015

DE PESCA



Era el año 1958 y en una playa chiclayana, en medio de la bruma y el frio madrugador, dos personas pescaban apaciblemente. El hombre, entrado en años, de rasgos fuertes pero con una dulzura cálida en la mirada; enseñaba al niño las artes de la pesca, aprendidas en su natal Beirut (Líbano) y le contaba historias viejas, aventuras en el mar.
El niño, mirándolo con asombro, escuchaba atentísimo los increíbles relatos y en un arranque de curiosidad promisoria le preguntó: "papá y cuándo tendremos nuestra propia aventura?". El hombre solo atinó a voltear a ver a aquel pequeño niño y le dijo con amor, de quien solo ve la felicidad a través de los ojos de su carne reflejada en esa curiosidad hecha niño: "algún día hijo mío, con los nuestros o con los tuyos"

Al cabo de un rato, la cuerda de nailon empezó a templarse y juntos, en un frenético impulso, lucharon por ganarle la fuerza al mar, el padre empezó a guiar al muchacho; instrucciones coloquiales, sonrisas y carcajadas a mas no poder, aquel hombre Libanes, aquel viejo fuerte y experimentado, jamás había sido tan feliz, como en aquella, la primera aventura junto a su hijo.

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