martes, 25 de noviembre de 2014

Es martes y ya es de noche…



He buscado mil razones y unas cuantas más, mientras caminaba por las calles de Trujillo, a mis 32 años ya le cogí cierta insana costumbre al fracaso sentimental. A malinterpretar las señales femeninas, a llegar, sin darme cuenta, a la terrible “friendzone”.
Son las cuatro de la tarde y a pesar del clima refrescante y soleado se me viene a la mente un recuerdo, más de otoño o invierno. Giuliana, tan bonita, así de simple, así de compleja en su interior. La conocí unos años atrás en mi etapa desordenada y sin rumbo, trabajaba entonces para un conocido Banco y a pesar de mi situación, no pasó desapercibida aquella chica de piel blanca y modales recatados; lo digo porque yo en esa época buscaba algo, digamos, más común y accesible.
Nos saludamos, aún recuerdo que solo hubo cierta sonrisa mutua y mi atención desviada a alguna de sus amigas; es extraño como juega el destino, siempre te toca seguirle los pasos aunque sus finales no terminen siendo de película o novela barata. La despedida fue igual de austera, simple, sin indicadores que me hicieran creer que algún día volvería a saber de ella, tal vez una cita, un café, una charla nocturna, solo empezó con un hola y terminó con un entrecortado adiós.
Nunca dejé de pensar en ella, pero de alguna forma le había puesto candado a ese sentimiento inicial. Casi nunca le escribía o dejaba “likes” en sus fotos (por cierto, que fotos para más ocurrentes y bonitas… debo encontrar otro adjetivo calificativo, porque “bonita”, con ella, me sigue quedando corto).
Fue hasta un par de años después que aceptó salir conmigo y fue frente a ella que me di cuenta que ese “no dejar de pensar en ella”, tenía un motivo real, específico, simple y sincero. Estaba total y completamente enamorado de una idea que se fue transformando en mi mente segundo a segundo, contrastando el tiempo que pasó desde el primer día que la vi hasta aquella noche que la tenía frente, tan cerca, tan juntos que casi podía respirar de su pensamiento.
Luego de aquella noche, empecé a frecuentar a Giuliana, un par de salidas, algunos inconvenientes que pude salvar graciosamente y la paciencia que no me conocía anteriormente, para saber esperar y entender que ella era una chica muy ocupada. Con ella ser yo mismo era lo más fácil del mundo, reírnos de todos inclusive de nosotros mismos era pan de cada día; no puedo negar que adoraba tenerla en mi vida, aunque solo fuese una visita premeditada y desconociendo que la eternidad no estaba dispuesta a darnos una manos, no conmigo, no para ella, no con nosotros…
Han oído la frase:“ interpretaste mal las señales”?; pues yo tengo una maestría en el tema, creo que pronto ya me dan el doctorado. Si algún don me dio la vida, definitivamente no fue el de la percepción emocional. Claro que no me arrepiento, lo de fingir cariño de amigos cuando por dentro estas rogándole al tiempo que se detenga para robarle un sigiloso beso, no va conmigo. Eso de la hipocresía sentimental me parece el nivel más bajo de autoestima al que un ser humano puede llegar y yo no estaba dispuesto a soportar eso con alguien que me hacía temblar de solo recibir uno de sus “hola”.
Ahora que recuerdo, me alejé de ella luego de unos comentarios confusos y situaciones raras que por alguna razón ya no recuerdo, pero, que tenían que ver con un desborde emocional de mi parte y un rechazo no tan sutil de ella. Bueno de alguna forma tenía que enterarme que estaba regando flores en el desierto no?. Me llamó un par de veces al ver que no respondía los mensajes y debí ser groseramente educado. Aprendí que  el mejor instinto de supervivencia es saber cuándo decir adiós.
Empieza a atardecer, siento algo de frio y me prendo un “puchito”, tiempo que no fumo, la nostalgia escarba mis más penosos vicios veinteañeros. No volví a saber de ella y ya van dos años, me centré en mis proyectos, me decepcioné de las decepciones y decidí que la mejor forma de amar a alguien que no te corresponde es conservar ese último buen recuerdo y ese “tal vez” que lastima dentro, pero, cuyo dolor te hace sentir vivo. Aquel ultimo recuerdo, aquel almuerzo, aquella ansiedad inicial que no me dejaba estar quieto. Sus ojos curiosos observando por todos lados y sus nerviosos y torpes movimientos que aprendí a disfrutar secretamente y me daban tranquilidad. Nos fuimos y en un gesto inesperado me cogió del brazo; quizá muchas personas no sepan que hay situaciones que uno desea congelar en el tiempo, justo en ese segundo, en esos cortos instantes hubiese dado la mitad de mi tiempo en este mundo porque sus manos se quedaron en mis brazos unos segundos más, una pequeña e inverosímil eternidad.
Llego a mi pequeño departamento y me pongo a buscar recuerdos sobre Giuliana, es un martes nostálgico, y que martes no lo es?; impecable situación la mía, tengo tan poco desorden que estresa encontrar tan rápido una cajita empolvada en el rincón más olvidado de la habitación. La abro y es como si la viera a ella misma, esos ojos que no se me quitan de la mirada, que no son azules ni llegan a ser totalmente verdes. Planee en mi mente mil y un veces la forma en la que le daría aquel detalle, aquella cajita simple con el lazo rosado. Imaginé su rostro viendo el contenido, tan bonito, tan sencillo, tan ella.
Lastíma tanta cobardía, tal vez si hubiese tenido algo más de paciencia, quizá si mi fe en lo que sentía me hubiese permitido intentar algo más y no dejarla ir…
Ya es de noche y aún no he cenado, el hambre siempre pude casi tanto como la nostalgia (me rio para mis adentros… lo necesito), cojo la vieja casaca y enrumbo al chifa de la esquina, no puedo sacarla de mi mente, hoy será una larga noche y una muy corta cena. Camino unos pasos y entro al establecimiento, un huequito muy decente, donde lo mejor es la atención y la paz que reina dentro. Como velozmente y luego de pagar la cuenta es que me paso a la tienda a comprar el ultimo “puchito” necesario” de la noche.
Sé que no dormiré hoy, que me la pasaré pensando en Giuliana y que en el fondo necesito al menos un día a la semana para rendirle mis sentimientos y deseos profundos. Sé que ella me recuerda, aunque solo sea un recuerdo vago, fugaz y perecedero. Se tantas cosas y al mismo tiempo solo quisiera recordar porque es que me alejé de ella, de sus ojos, de su piel blanca y tierna, de su imperfecta forma de ser que me tenía hecho un loco cualquiera, de su vida, de mis días.
Camino un poco más y el cigarrillo casi se termina mientras me veo sentado frente a mi departamento, con tantas ganas de llorar y reír al mismo tiempo. Debo entrar y me niego, a creer que por un instante tuve la gloria y decidí por el infierno, pero, ya está todo hecho, así que es mejor tirar la colilla e irme adentro. Es martes de nostalgia, es martes y ya es de noche en la tierra como en el cielo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Era tarde…








Era tarde… pero tenía la sensación que quizás fuese demasiado temprano; me miraste con ojos de esperanza, imposible reflejarlos con los míos, no estaba preparado para ti, no sabía que hacer o dejar de hacer para hacerte necesariamente feliz.

Cogí el viejo camino de la desesperanza como una oportunidad de hacerme inmune al amor, lo hice por necesidad de seguridad emocional, amar no es un juego, yo diría, es una pistola cargada con una sola bala que tiene escrito “directo al corazón”.

No puedo enamorarme de ti, me repetía mientras la mente castigaba aquella mentira, aquel desacierto, no quiero enamorarme, también me repetía en vano, pues sabía muy bien que para eso ya era tarde; y te quedé mirando, sonriendo de tristeza y llanto.

Acaricié tu rostro blanco y tibio, una lagrima, la veía venir y no me sentí capaz de impedirlo, tan solo dejé que fluya, como fluye la vida tras las huellas del tiempo tan cierto y tan vago;  increíble sensación de ahogamiento, tener tu aire y no poder respirarte.

Desperté y miré por la ventana la calidez de un hola convertido en sol, y no pude evitar sonreír al verme expuesto como un tonto sentimental que se dejó llevar por un sueño loco, tonto, irreal; te veré en algún momento y entre juegos y bromas te diré cuanto es que aprendí a decir “te quiero”.

sábado, 1 de noviembre de 2014

La ansiedad que cambió mi vida…



Quiero compartir esta experiencia propia para quienes lo han pasado, lo estén pasando o lo puedan pasar y tengan la plena seguridad de que por más difícil que parezca, esto se supera...!!!!!!
Hace 7 meses caminando por la ciudad en una noche normal, excepto porque en esas semanas me habías sucedido unas serie de eventos de mucha intensidad que lograron mantenerme muy preocupado y alterado todo ese tiempo; como les decía, era una noche normal, exceptuando la preocupación constante producto de lo que les acabo de comentar, cuando de pronto me dieron mareos, mi corazón se aceleró bruscamente(180/70) y mis manos empezaron a temblar, en mi mente solo estaba una idea:"me está dando un ataque cardiaco". Casi de inmediato y tratando de conservar la calma enrumbé a la casa de mis padres y esas cuadras de distancia me parecieron interminables, repitiéndome a mí mismo que no quería que fuese de esa manera, no así, no ahora.
Fuimos al hospital y mi corazón no dejaba de latir intensamente, miraba a mis padres de reojo y solo tenía ganas que todo acabara y poder hacer las cosas buenas que siempre planeaba hacer pero que dejaba de lado por vivir una vida de facilismo moral, de juergas interminables, de amiguitas momentáneas y de “patas del alma” que solo me mostraban el camino más fácil para no comprometerme con nada ni nadie. Solo necesitaba una oportunidad y mientras sentía que me moría, pedía en silencio esa chance, esa página volteada, ese nuevo día donde podría despertar con ganas de hacer feliz a quien lo mereciera, a través de mi felicidad personal.
El doctor me dio unas pastillas y todo se calmó, pero los días siguientes fueron una completa pesadilla, sin saber lo que tenía, cualquier palpitación o ruido me hacía temblar, sentía que me estaba volviendo loco, que mi vida ya no sería la misma, atrapado entre cuatro paredes que me daban una falsa sensación de seguridad, porque el simple hecho de salir a la calle ya era una experiencia terrorífica; pensaba y sentía que me volvería a marear y le tenía miedo a lo que me podría pasar… le tenía temor al temor.
Luego de chequeos médicos, encontré que tenía el colesterol muy elevado, un sobrepeso que me negaba antes a aceptar y bronquitis crónica moderada. Toda una linda colección de enfermedades producto de mi descuido personal y que me hacía a mis 30 años una persona de apariencia mucho mayor y actitudes de alguien menor.
Empecé mis tratamientos y me iba sintiendo físicamente mejor pero el miedo persistía, era casi incontrolable y fue que con muchas dudas decidí recibir terapia psicológica y entre otras cosas descubrí que no estaba loco, que lo que tenía era una reacción emocional natural a estar muy expuesto al estrés, a las preocupaciones, a una vida desordenada y a hacer cosas que no me hacían feliz, que solo satisfacía al común denominador de mis amigos.. en pocas palabras, debía  cambíar de mentalidad, dejar de tomar tanto café y trago corto, dejar de fumar, hacer dieta, dedicarme a lo que me hace feliz (entre otras cosas leer y escribir) y finalmente dejar de hacerme el pendejo, solo porque estaba rodeado de pendejos insensibles a quienes creí era correcto imitar por la necesidad equivocada de pertenencia y aceptación vanal.
Y así fueron avanzando los días, empecé a adorar los domingos en familia, jugando a resolver crucigramas con mis padres; pensar queantes los criticaba de ociosos o me enojaba si me hacían alguna pregunta de cultura general. Aprendí a valorar aún más mi espacio personal y sobre todo a las mujeres en general, ya no quería algo pasajero, ni de momento, es cierto, hubiera sido mejor tomar conciencia por las buenas, pero así se dieron las cosas; también dejé de lado ciertas amistades, alejándome de ellas al llegar a la conclusión de que amistad es respetar la forma de ser de cada persona sin intentar cambiarla o que te cambien en esencia.
No todo es tragedia, tienes que ver el lado gracioso al asunto (recomiendo ver "Analízame" con Robert de Niro y "descubriendo a Forrester" con Sean Connery) y a cada situación incómoda en la vida, por ejemplo, el bulling familiar que me hacían el día que me tocaba votar y me tuvieron que acompañar o cuando tenía alguna cita, era ahora yo el que insistía que cada quien lleve una amistad (por "seguridad"). Mi familia se encargó de ayudarme mucho poniéndole la cuota de gracia a cada cosa aparentemente frustrante y depresiva en potencia; también recuerdo la tarde que fui con Andreíta a tomar un café, jaja si estás leyendo esto, perdóname el mal rato, ahora me da risa la situación, pero el hecho que me dé un ataque de pánico cuando acabábamos de pedir la orden fue de película, te quiero mucho amiga, gracias por todo.
Para tranquilidad de las personas que me leen y están pasando por este cuadro de ansiedad, deben saber que es solo una etapa y dura lo que nosotros decidimos que debe durar, en mi caso luego de algunos meses casi no hay molestias y de seguro que pronto estaré completamente en la normalidad, entendiendo que la normalidad debe solo depender del juicio de cada uno de nosotros, independientemente de lo que la gente sin importancia en nuestras vidas pueda pensar; en mi caso pensaba que volver a la normalidad era seguir haciendo pendejadas, salir a tomar como descocido dos veces a la semana y meter a la cama  cuantas mujeres se podía… que tal equivocación de estilo de vida, si me preguntan, la normalidad ahora para mí es lo opuesto y vaya que vivo bien, tranquilo, siendo autentico, siendo yo mismo, siendo feliz.
Hay una cura y se llama Dios, no te digo que vayas a misa o te vuelvas un acérrimo seguidor, solo les aconsejo que busquen en su interior la fortaleza y Dios ayuda mucho en ese sentido, también ordenen sus vidas, sepan quienes valen la pena y quienes sobran en sus vidas; no todo es fiesta, no todo es juerga; vives el día a día haciendo lo que te apasiona y sobre todo ama, ten un amor especial, una ilusión verdadera, para que cuando llegue el momento puedas formar una familia y la vida tenga su mejor conclusión, vivirla bien.
Mirando esta nueva etapa en perspectiva, se podría decir que me llené de ansiedad por las puras, pero, para mí nunca fue una maldición o karma, mucho menos una enfermedad, para mí sufrir de ataques de pánico fue una oportunidad para ser mejor persona, retomar mis metas iniciales y acercarme al camino correcto de la vida.
Lo que ahora soy y lo que deseo seguir siendo, depende unicamente de como yo decido vivir, sentir, pensar, crear y sobre todo andar, porque si la vida es ese camino largo, vivamosla como lo que es, una carrera a largo plazo, cuya meta es la muerta, quedandonos como mejor medida disfrutar del camino, de cada sensación, cada instante efímero y sencillo. De eso se que se trata todo esto; pues ahora que una nueva y desconocida paz inunda mis noches y una energia renovada me hace llevar bien el día a día, puedo decir desde el fondo de mi alma... bendita ansiedad la mía!!!

jueves, 23 de octubre de 2014

UN CAFÉ SIN TI (La ansiedad lleva tu nombre)







Te extrañaba, mucho más de lo que creí que se podía volver a extrañar y simplemente ignoré los consejos del terapeuta, peor aún, ignoré mi propio instinto… te quería ver aunque sea un instante, una vez, un ratito, aunque eso me costara postergar un poco más mi recuperación emocional, aunque eso significara perderme a mí mismo.

Todos vivimos con ciertos niveles de ansiedad en el día a día, pero, algunas veces por diversas situaciones estos niveles aumentan y nos fuerzan a ponerle una pausa a nuestra vida normal; algunas personas pueden creer que es una maldición, otras que es el karma o como en mi caso que es una bendición que me  ayudo a entender en el amplio sentido de la palabra quien era, quien soy y quien quiero ser el resto de mi vida.

Te vi, linda como siempre, así linda simplemente no pretensiosa, como diciéndole al mundo que lo que más deseas es que te amen por lo que eres, por lo que crees, por ti. Mi corazón no dejaba de latir y hasta cierto punto eso era normal contigo a mi lado; caminamos, estaba nervioso, pero el cansancio me ayudaba a controlarme; seguía pensando que era mala idea haber salido a verte, pero que rica sensación, esa de estar tan cerca de la luna, tan cerca que podía sentir su fría calidez, su naturalidad.

La ansiedad no es más que una condición de preocupación constante, como cuando algún familiar o persona cercana se siente enferma y te preocupas, o cuando tú mismo tienes dudas sobre tu salud o alguna lesión y temes ir al médico viviendo en constante duda, también mientras sufres un asalto y sus días posteriores caminas con temor por las calles,  cuando hablas frente a tus compañeros de aula o gente desconocida y tiemblas o en el mejor de los casos cuando tienes al frente a la mujer de la que te estas enamorando. Todo eso es ansiedad en niveles normales.

Caminamos un rato y no podía evitar notar tu rostro de preocupación por mi estado, pero me esforcé, lo merecías, todo bien, hasta la mala idea de sentarnos en un café; era una cosa sencilla, simple, normal, pero, tienes que sentirlo para saber la impotencia de no poder controlar tus temores. Un desastre de cita y unos días siguientes algo tristes; aunque luego conocí a una persona valiente, sin temores que me enseñó a controlarme de nuevo a ser mejor que nunca en mi vida… aprendí a conocerme a mí mismo, desde abajo.

En mi caso todo se desató luego de sufrir un mareo repentino y ante la incertidumbre de no saber que me pasaba sufrí un natural y brusco ataque de pánico; lo que supe después es que físicamente estaba descuidado, tenía bronquitis moderada, colesterol elevado y un sobrepeso que me negaba a aceptar con seriedad, aparte de la media cajetilla diaria, las dos visitas a la semana al karaoke con sus respectivas embriagadas y el abandonado deporte casi impracticable en ese momento.

Al embarcarte tuve la sensación de que no volvería a ser igual, al menos contigo se había producido una brecha que sería muy difícil de franquear; y claro que lo acepté con la hidalguía con la que un hombre de verdad acepta que hasta para una buena mujer como tú es difícil entender situaciones como esas… carajo que pena, darme un ataque de pánico en ese café frente a ti; carajo que pena, disfruté tanto la primera cita.

Si hablamos del plano sentimental, no tomaba en serio a las mujeres y la única que me llegó a interesar en todo sentido en estos 4 años de no relaciones serias, ya me había incluido en su “friendzone”; dicho esto en todo sentido estaba absolutamente descuidado y es por eso que reafirmo que haber sufrido de niveles altos de ansiedad fue una total y absoluta bendición.

Te fuiste en el taxi y adoré tus graciosas muecas a través de la ventana, me fui a casa y aunque parezca extraño, me encantó que te esforzaras por no hacerme sentir raro.  Y es como todo en la vida, uno para ganar algo bueno tiene que haber perdido las suficientes y necesarias veces en la vida, odio que contigo solo haya sumado una derrota nueva, espero la última, la definitiva; que de tanto remar me estoy cansando y solo quiero encontrar a alguien diferente, alguien que me llene de vida sin esforzarse, alguien que me descontrole los sentidos, el corazón y sus latidos, que me llene de emociones con solo recordarla o verla… alguien con tus ojos que no son azules ni llegan a ser totalmente verdes, con tus manías tan notarias y escondidas, alguien como tú que innecesariamente se me hace importante, porque el reloj sigue contando, el viento soplando y a pesar de que contigo eh perdido,  quiero creer que le gané al dolor y al vacío…

Ahora que camino por mis nostalgicas calles, que disfruto la suave brisa nocturna, recuerdo que hace un mes dar un paso a la calle era un reto casi imposible, la impotencia me ganaba, la desesperación me ahogaba, pero, en la debilidad me volví más fuerte, en mi propia frustración saqué a flote lo mejor de mi persona y si tengo algo de que arrepentirme es de no haberte convencido para salir dos meses antes o dos semanas después.

Se me acaba el día y la tibia noche trujillana me recuerda que lo peor ha pasado, que sigo de pie, que logré vencer esa condición emocional tan desesperante, y no puedo evitar darme cuenta que viviría con ella toda la vida, con tal que estuvieras conmigo… Y ahora entiendo que la ansiedad me hizo mejor persona, que la ansiedad me devolvíó al camino, porque la ansiedad... lleva tu nombre y tu nombre le dio un nuevo significado a mi vida.