jueves, 23 de octubre de 2014

UN CAFÉ SIN TI (La ansiedad lleva tu nombre)







Te extrañaba, mucho más de lo que creí que se podía volver a extrañar y simplemente ignoré los consejos del terapeuta, peor aún, ignoré mi propio instinto… te quería ver aunque sea un instante, una vez, un ratito, aunque eso me costara postergar un poco más mi recuperación emocional, aunque eso significara perderme a mí mismo.

Todos vivimos con ciertos niveles de ansiedad en el día a día, pero, algunas veces por diversas situaciones estos niveles aumentan y nos fuerzan a ponerle una pausa a nuestra vida normal; algunas personas pueden creer que es una maldición, otras que es el karma o como en mi caso que es una bendición que me  ayudo a entender en el amplio sentido de la palabra quien era, quien soy y quien quiero ser el resto de mi vida.

Te vi, linda como siempre, así linda simplemente no pretensiosa, como diciéndole al mundo que lo que más deseas es que te amen por lo que eres, por lo que crees, por ti. Mi corazón no dejaba de latir y hasta cierto punto eso era normal contigo a mi lado; caminamos, estaba nervioso, pero el cansancio me ayudaba a controlarme; seguía pensando que era mala idea haber salido a verte, pero que rica sensación, esa de estar tan cerca de la luna, tan cerca que podía sentir su fría calidez, su naturalidad.

La ansiedad no es más que una condición de preocupación constante, como cuando algún familiar o persona cercana se siente enferma y te preocupas, o cuando tú mismo tienes dudas sobre tu salud o alguna lesión y temes ir al médico viviendo en constante duda, también mientras sufres un asalto y sus días posteriores caminas con temor por las calles,  cuando hablas frente a tus compañeros de aula o gente desconocida y tiemblas o en el mejor de los casos cuando tienes al frente a la mujer de la que te estas enamorando. Todo eso es ansiedad en niveles normales.

Caminamos un rato y no podía evitar notar tu rostro de preocupación por mi estado, pero me esforcé, lo merecías, todo bien, hasta la mala idea de sentarnos en un café; era una cosa sencilla, simple, normal, pero, tienes que sentirlo para saber la impotencia de no poder controlar tus temores. Un desastre de cita y unos días siguientes algo tristes; aunque luego conocí a una persona valiente, sin temores que me enseñó a controlarme de nuevo a ser mejor que nunca en mi vida… aprendí a conocerme a mí mismo, desde abajo.

En mi caso todo se desató luego de sufrir un mareo repentino y ante la incertidumbre de no saber que me pasaba sufrí un natural y brusco ataque de pánico; lo que supe después es que físicamente estaba descuidado, tenía bronquitis moderada, colesterol elevado y un sobrepeso que me negaba a aceptar con seriedad, aparte de la media cajetilla diaria, las dos visitas a la semana al karaoke con sus respectivas embriagadas y el abandonado deporte casi impracticable en ese momento.

Al embarcarte tuve la sensación de que no volvería a ser igual, al menos contigo se había producido una brecha que sería muy difícil de franquear; y claro que lo acepté con la hidalguía con la que un hombre de verdad acepta que hasta para una buena mujer como tú es difícil entender situaciones como esas… carajo que pena, darme un ataque de pánico en ese café frente a ti; carajo que pena, disfruté tanto la primera cita.

Si hablamos del plano sentimental, no tomaba en serio a las mujeres y la única que me llegó a interesar en todo sentido en estos 4 años de no relaciones serias, ya me había incluido en su “friendzone”; dicho esto en todo sentido estaba absolutamente descuidado y es por eso que reafirmo que haber sufrido de niveles altos de ansiedad fue una total y absoluta bendición.

Te fuiste en el taxi y adoré tus graciosas muecas a través de la ventana, me fui a casa y aunque parezca extraño, me encantó que te esforzaras por no hacerme sentir raro.  Y es como todo en la vida, uno para ganar algo bueno tiene que haber perdido las suficientes y necesarias veces en la vida, odio que contigo solo haya sumado una derrota nueva, espero la última, la definitiva; que de tanto remar me estoy cansando y solo quiero encontrar a alguien diferente, alguien que me llene de vida sin esforzarse, alguien que me descontrole los sentidos, el corazón y sus latidos, que me llene de emociones con solo recordarla o verla… alguien con tus ojos que no son azules ni llegan a ser totalmente verdes, con tus manías tan notarias y escondidas, alguien como tú que innecesariamente se me hace importante, porque el reloj sigue contando, el viento soplando y a pesar de que contigo eh perdido,  quiero creer que le gané al dolor y al vacío…

Ahora que camino por mis nostalgicas calles, que disfruto la suave brisa nocturna, recuerdo que hace un mes dar un paso a la calle era un reto casi imposible, la impotencia me ganaba, la desesperación me ahogaba, pero, en la debilidad me volví más fuerte, en mi propia frustración saqué a flote lo mejor de mi persona y si tengo algo de que arrepentirme es de no haberte convencido para salir dos meses antes o dos semanas después.

Se me acaba el día y la tibia noche trujillana me recuerda que lo peor ha pasado, que sigo de pie, que logré vencer esa condición emocional tan desesperante, y no puedo evitar darme cuenta que viviría con ella toda la vida, con tal que estuvieras conmigo… Y ahora entiendo que la ansiedad me hizo mejor persona, que la ansiedad me devolvíó al camino, porque la ansiedad... lleva tu nombre y tu nombre le dio un nuevo significado a mi vida.