lunes, 24 de agosto de 2015

UN LUNES CUALQUIERA







Dejé de lado el diario, un día más, demasiado parecido a ayer, tanta tenuidad en mis palabras solo me dejan la sensación de aburrimiento, de cansancio crónico, de ilusiones perdidas entre recuerdos y mi  extraña manera de querer negar que estoy solo, si de una relación de pareja hablamos.

Fuiste como una inyección de adrenalina, sentada a unos metros de mí, con ese cabello alborotado, una sonrisa que me descongelaba los buenos pensamientos… eras tú y recién te veía de aquella forma, casi  en silencio.

Pasaban los minutos y empecé a imaginar cómo eran tus días, tus manías, tus costumbres, tu forma de pensar, de querer, de amar y a través de tus gestos quede encantado, con mil cuestionamientos, un millón de inquietudes y una sola duda; que sería ser parte de tus días?

De cierta forma el destino solo juega un papel secundario si se trata de ir conociendo a alguien, lo que queda es confiar en que por alguna razón se conocieron, se hablaron, se pensaron frecuentemente; solo queda confiar en que nada sucede en vano, que todo llega en el momento indicado, y que muy a pesar de todo, no siempre llegan para quedarse, aunque dejen huellas imborrables en el alma.

Te despediste de mí a lo lejos, una sonrisa cómplice de algún muy tuyo pensamiento, te vi alejarte con tu hermoso cabello y supe que tenía que saber más de ti, de alguna forma te quedaste grabada, para dentro, muy dentro de mis días malos, de mis  buenos pensamientos.