Te
conocí como solo se suele conocer a la
gente buena, gracias a casualidades de la vida (lo llamaría destino, pero
detesto sonar demasiado cursi); recuerdo era invierno o era el frio acogedor
que me hacían sentir esos ojazos enigmáticos, llenos de misterio, de miedos, de
tanto tú.
Me conociste
como se conoce a un chiquillo medio alocado, por casualidades de la vida (ahora
si ni amenazado le llamo destino); el
tiempo contigo era escaso, siempre parecían las horas volar cual fanático de
Bob Marley en pleno trance, intentando mantener los pies en la tierra a pesar
de tener …”No woman ,no cry” de fondo musical.
Nos
conocimos como suele conocerse la gente diferente, gracias a causalidades de la
vida (y digo causalidades, porque algo debí hacer en mi otra vida para pagar
tremendo karma); los días transcurrían normales, demasiado bonito para ser
verdad y esto si lo saco de una canción “corta venas”, créanme se lo ganó a
pulso.
Te amé como
se ama a los amores imposibles, pero fue casi imposible sacarte de mi vida, de
mi cuenta bancaria, de mis pesadillas, mis amistades, mis llamadas en
escandalosas borracheras, pero te amé.
Me amaste,
como se le ama con tanta intensidad a una mascota (hubiese dicho “perro”, pero
ya ven, luego me salen con que: lo sabía, tenías cara de pendejo!! , uff en
fin); fui lo mejor de tu vida, pero fuiste lo peor de la mía, bueno sinceramente
use la letra de Calamaro de puro “picón”.
Nos amamos
como solo se aman en las películas (no señores, nadie mencionó a las porno),
con intensidad, con verdades a medias, con mentiras piadosas, con el alma en
vilo cada madrugada por saber quién era el primero en llegar a casa… lo raro es
que se supone que ninguno saldría.
Finalmente
llegó el odio, sincero, directo y algunas veces socialmente hipócrita, tan
falso como tus fenomenales volteadas de cara cuando pasabas a mi lado; es
cierto, te odio tanto que espero compensar todo el amor que te tengo y así saberme seguro que... ¡no volveré a escribir acerca de ti…!