jueves, 16 de mayo de 2013

No volveré a escribir acerca de ti…!




Te conocí  como solo se suele conocer a la gente buena, gracias a casualidades de la vida (lo llamaría destino, pero detesto sonar demasiado cursi); recuerdo era invierno o era el frio acogedor que me hacían sentir esos ojazos enigmáticos, llenos de misterio, de miedos, de tanto tú.

Me conociste como se conoce a un chiquillo medio alocado, por casualidades de la vida (ahora si ni amenazado le llamo destino);  el tiempo contigo era escaso, siempre parecían las horas volar cual fanático de Bob Marley en pleno trance, intentando mantener los pies en la tierra a pesar de tener …”No woman ,no cry” de fondo musical.

Nos conocimos como suele conocerse la gente diferente, gracias a causalidades de la vida (y digo causalidades, porque algo debí hacer en mi otra vida para pagar tremendo karma); los días transcurrían normales, demasiado bonito para ser verdad y esto si lo saco de una canción “corta venas”, créanme se lo ganó a pulso.

Te amé como se ama a los amores imposibles, pero fue casi imposible sacarte de mi vida, de mi cuenta bancaria, de mis pesadillas, mis amistades, mis llamadas en escandalosas borracheras, pero te amé.

Me amaste, como se le ama con tanta intensidad a una mascota (hubiese dicho “perro”, pero ya ven, luego me salen con que: lo sabía, tenías cara de pendejo!! , uff en fin); fui lo mejor de tu vida, pero fuiste lo peor de la mía, bueno sinceramente use la letra de Calamaro de puro “picón”.

Nos amamos como solo se aman en las películas (no señores, nadie mencionó a las porno), con intensidad, con verdades a medias, con mentiras piadosas, con el alma en vilo cada madrugada por saber quién era el primero en llegar a casa… lo raro es que se supone que ninguno saldría.

Finalmente llegó el odio, sincero, directo y algunas veces socialmente hipócrita, tan falso como tus fenomenales volteadas de cara cuando pasabas a mi lado; es cierto, te odio tanto que espero compensar todo el amor que te tengo y así saberme seguro que... ¡no volveré a escribir acerca de ti…!

martes, 14 de mayo de 2013

LA AVENTURA DEL NEGOCIO PROPIO

Es cierto que la mayoría empieza el negocio propio al quedarse sin espacio en el mercado laboral (edad, algún impedimento, eficiencia, estudios) o simplemente al querer desde un primer momento ser independiente, valen todos los motivos; al final lo que todos queremos es salir adelante, lograr objetivos y por que no?  tener más tiempo para la familia y para uno mismo.

En mi caso tuve siempre la idea de poner un restaurant pequeño y verlo crecer cual hijo, cuidarlo, mirarlo y también enseñarle que el único camino para el éxito es alejarse de lo negativo, lo fácil, lo mundano y rodearse de personas que tienen tantas ganas como uno de triunfar; no hay mejor motivo creo yo, para triunfar en la vida que las ganas de vivir a tu manera y de saber que cuando los hijos lleguen y empiecen a crecer puedas evitar el peor sufrimiento de todo padre (madre) negarles lo que tú tampoco pudiste tener de niño, por falta de dinero.

Sé que todo en esta vida no es dinero, que los valores y las lecciones de la vida que aprendimos y nos hicieron lo que somos están basada en la calidad de vida que nos dieron nuestros padres, en mi caso mi padre fracasó y se levantó tantas o más veces que un boxeador y como tal al borde del retiro está luchando sus últimas peleas como todo un gladiador. Pero, yo quiero darle a mis hijos un ejemplo distinto e igual de positivo, quiero decirles con mis logros y actos que no es necesario pasar una vida de sufrimientos para ser admirado por los demás, que también vale aprender la lección de los demás, saber que la tonta frase de: todos tenemos derecho a equivocarnos, puede cambiarse por: todos podemos aprender de los errores ajenos y tener una vida de mejor calidad y futuro.

Si me preguntan si valió la pena el dejar muchas cosas por aventurarme al negocio propio, créanme a pesar de los malos días y de las vicisitudes  constantes, puedo afirmar que valió la pena todo. Ahora tengo más tiempo para mí mismo, mis metas inconclusas, mi familia; gozar de la incertidumbre del mañana de una forma muy intensa, créanme, nada se compara con ese bichito revoloteándose en el vientre cuando empiezas a ver los buenos resultados.

Al final de cuentas si la vida es un constante aprender de tus errores y enseñar de tus logros, no quisiera llegar a mi graduación final sin los argumentos necesarios para demostrarme a mí mismo que valió la pena haberla vivido.